En la actualidad, con cada vez más frecuencia, nos encontramos con condiciones o enfermedades tales como fibromialgia, neuralgias, dolor neuropático, enfermedades óseo-degenerativas, entre tantas otras, que producen dolor crónico en personas de diferentes edades.
De acuerdo a la Asociación Internacional para el Estudio y Tratamiento del Dolor (IASP), el dolor es “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño real o potencial en un tejido, o descrita en términos de dicho daño”. En el ámbito clínico, el dolor se considera crónico cuando se ha prolongado más allá del tiempo en que debería haberse extinguido y/o retorna de forma recurrente. Existe consenso sobre la idea del dolor crónico como aquél que se ha extendido por un lapso mayor de 6 meses.
El dolor en términos integrales
Pensar el dolor en forma integral, es decir, en términos biológicos, psicológicos y sociales, conlleva atender a diferentes aspectos del ser humano que sufre:
Aspectos psicológicos y emocionales
Es sabido que en la percepción del dolor intervienen componentes cognitivos y emocionales. La manera en que cada persona vivencia y atraviesa una experiencia de dolor físico, agudo o crónico, podría variar de acuerdo a la evaluación que haga de la misma y la formas de afrontamiento que logre desplegar en ellas.
Aspectos sociales
Un riesgo al que se exponen las personas que experimentan dolor crónico, es una reducción o abandono de las actividades laborales y recreativas, las cuales constituyen una fuente de contacto con otros y un lazo muy importante con la vida social. De esta forma, la posibilidad de experimentar aislamiento social se hace mayor.
Aspectos biológicos
Muchas veces el dolor crónico es resultado directo de patologías crónicas y graves, de origen multifactorial, que terminan generando alteración y daños en tejidos. Otras veces, aparece como consecuencia de lesiones provocadas por circunstancias externas y puntuales, por ejemplo, desde una lesión deportiva hasta un accidente automovilístico u hogareño. Por lo que, los tratamientos y cuidados fisiológicos resultan una base fundamental en tratamientos integrales del dolor.
Tratamiento psicológico
Junto a la terapia psicológica, en el tratamiento integral del dolor crónico, se suelen emplear técnicas de relajación y de modificación de comportamientos negativos o contraproducentes. También, se utiliza la psicoeducación tanto en el tratamiento y como en la prevención ante factores o conductas de riesgo, que pudiesen incrementar y/o contribuir a sostener las condiciones causantes del dolor.
Parte de la labor de los psicólogos o psicoterapeutas, con pacientes que padecen dolor crónico, consiste en evaluar, acompañar y brindar recursos psicológicos y prácticos, necesarios para afrontar y controlar el dolor, tanto en etapa de tratamiento, rehabilitación o reaparición del padecimiento.
Relación con otras condiciones
Por último, resulta importante detectar la presencia simultánea de otros trastornos como depresión y ansiedad. Estas dos condiciones suelen manifestarse frecuentemente y tener prevalencia, en personas que sufren de dolor crónico.
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