La Procrastinación: Una Aliada Estresante
La postergación, ampliamente difundida como procrastinación, es un fenómeno y mecanismo frecuentemente observable en la actualidad. Muchas personas tienen la tendencia de dejar para mañana lo que pueden hacer hoy, incluso si eso significa que tendrán que trabajar bajo presión o en un estado de estrés extremo. La postergación puede parecer una forma de evitar el estrés en el momento presente, pero en realidad, postergar produce más estrés a largo plazo.
¿Qué se Entiende por Procrastinación o Postergación?
Desde la perspectiva de la psicología cognitiva, la procrastinación o postergación se entiende como un mecanismo de afrontamiento evitativo que trae aparejado una dificultad en la regulación emocional. Las personas que postergan tienen dificultades para manejar sus emociones de manera efectiva y, en consecuencia, recurren a la evitación como una estrategia, una aliada, para lidiar con el estrés y el displacer. En lugar de enfrentar la tarea por delante, se la deja más tarde o incluso para otro día.
Sin embargo, paradójicamente, esta estrategia de evitación termina siendo una aliada aparente ya que sólo aumenta el estrés a largo plazo. Cuando se aplaza o evita el emprender una tarea, la ansiedad experimentada en el momento presente disminuye de forma temporaria pero no desaparece con el tiempo. Además, en la medida en que se acerca una fecha límite, la ansiedad, el estrés y el riesgo de experimentar consecuencias indeseadas aumentan aún más.
Por otra parte, la postergación también puede generar sentimientos de culpa, decepción y vergüenza, al notar las consecuencias que dilatar la aproximación y la finalización de las tareas o actividades puede traer.
Postergación y Autoestima
La postergación también suele tener efectos negativos sobre la autoestima o la propia imagen. Cuando una persona posterga, con frecuencia suele verse a sí misma como descuidada, floja o incapaz. Estos pensamientos negativos pueden llevar a un ciclo de auto-desvalorización y disminuir la confianza en las propias habilidades y capacidades. A su vez, esto puede aumentar aún más el estrés y la ansiedad en torno a la tarea.
Cuando una persona se auto-califica como perezosa o incompetente, esto perpetúa patrones de pensamiento negativos que pueden distorsionar la autoimagen y contribuir a una baja autoestima.
Procrastinación y Toma de Decisiones
Otro problema con la postergación es que puede llevar a una toma de decisiones de menor calidad. Cuando se experimenta estrés y sentimientos abrumadores, suele haber cierta tendencia a tomar decisiones sesgadas, impulsivas o apresuradas, al contar con menor tiempo para considerar todas las opciones y elegir la mejor solución. Procrastinar puede conducir a la elección de la opción de menor calidad o la que permite posponer la tarea por más tiempo y esto puede generar consecuencias negativas a largo plazo, como un trabajo deficitario o la pérdida de oportunidades.
Procrastinación y Autoconfianza
La postergación puede también responder a ciertos sesgos relacionados a la autoconfianza. Una autoconfianza insuficiente o las inseguridades pueden propulsar pensamientos negativos acerca de las propias capacidades y llevar a las personas a distanciarse de las tareas a realizar. Por el contrario, un exceso de confianza en las propias capacidades puede llevar a subestimar factores externos como cualquier imprevisto o el tiempo real y necesario para culminar una determinada tarea.
Por otra parte, algunas personas procrastinan activamente al considerar que su desempeño será mejor al trabajar “bajo presión” que al hacerlo a otro ritmo o en otras condiciones y, además, confían en que esto les hará sentir más motivadas y desafiadas. Otras personas postergan de una forma pasiva al encontrarse con las dificultades de tomar decisiones y actuar consecuentemente.
¿Se Puede Superar la Procrastinación y Reducir el Estrés que Produce?
La procrastinación, al tratarse de un mecanismo o estrategia de afrontamiento evitativa, puede limitarse y/o abandonarse paulatinamente. Para ello, es necesario contar con un repertorio de afrontamiento más amplio y más efectivo ante el estrés a largo plazo y para alcanzar las metas deseadas. Algunas estrategias que pueden ayudar son:
- Establecer metas y plazos realistas y honestos con las propias posibilidades.
- Identificar y desafiar los pensamientos negativos o que no sean de ayuda.
- Re-Entrenar la atención y la capacidad de concentración.
- Estar más conscientes de las ventajas y desventajas de postergar.
- Aceptar y valorizar el desempeño y los procesos, aún con resultados “imperfectos”.
- Centrarse en las recompensas y las posibles sensaciones positivas luego de acercarse a la tarea y avanzar.
- No subestimar ni sobreestimar las dificultades.
- No subestimar ni sobrevalorar las propias capacidades.
- Habilitarse a buscar apoyo emocional y/o práctico ante las dificultades.
Procrastinación y Terapia Psicológica
Como se mencionó, la procrastinación, usualmente constituye un tipo de mecanismo o estrategia de afrontamiento que termina teniendo relación con un incremento y mantenimiento del estrés a largo plazo, pero además, puede formar parte de diferentes problemáticas o dificultades de salud mental que requieran tratamiento psicológico como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Depresión y Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC).
La postergación puede llegar a constituir un problema difícil de superar por nosotros mismos. A veces, es necesaria la ayuda de otros para superar patrones de creencias negativas y el repertorio estrategias de afrontamiento por evitación que resultan contraproducentes. Buscar apoyo en el entorno (de amigos o familiares) puede ser un buen comienzo pero, sucede a veces, que junto a estas fuentes de apoyo, una persona puede beneficiarse aún más al recurrir a un profesional de la salud mental.
Los psicólogos clínicos por su formación cuentan con los recursos necesarios para brindar ayuda específica a estos problemas. El espacio de la terapia psicológica puede proveer ayuda suficiente para construir recursos y estrategias alternativas para hacer frente a la postergación disfuncional y para reducir el estrés asociado.
Resumen
En resumen, la postergación puede parecer una forma de evitar el estrés en el momento presente, pero en realidad, postergar produce más estrés a largo plazo.
La procrastinación o postergación puede entenderse como una dificultad para la regulación emocional. Las personas que postergan tienen dificultades para manejar sus emociones de manera efectiva y, en consecuencia, recurren a la evitación como una estrategia para lidiar con el estrés y el displacer. Sin embargo, esta estrategia de evitación solo aumenta el estrés a largo plazo.
Para superar la postergación y reducir el estrés asociado, es importante establecer metas y plazos realistas, identificar y desafiar los pensamientos negativos y de poca ayuda, re-entrenar la atención y la concentración, aceptar resultados imperfectos y buscar apoyo del entorno y de un profesional de la salud mental. Al tomar medidas para enfrentar la procrastinación, es posible reducir el estrés y la ansiedad asociados con este mecanismo frecuente y mejorar la calidad de vida.
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