Una de las premisas clave de ACT es el concepto de “flexibilidad psicológica“. Esta se refiere a la habilidad de estar completamente en contacto con el presente, centrarse en lo que la situación demanda, y emitir comportamientos o acciones congruentes con nuestros valores. La flexibilidad psicológica es esencial para adaptarse de manera efectiva a las fluctuaciones de la vida, reducir el impacto de los pensamientos negativos y mejorar el bienestar general.

ACT parte del principio de que el sufrimiento es un aspecto inevitable de la vida humana y no algo que necesariamente debe eliminarse, sino gestionarse eficazmente. ACT utiliza ejercicios de atención plena y técnicas de exposición experiencial, todas diseñadas para aumentar la conciencia y la aceptación de la experiencia presente, mientras se trabaja activamente hacia un cambio comportamental guiado por los valores de la persona. Si bien ACT integra estrategias de mindfulness, no es una práctica convencional de Meditación o Mindfulness.

En contraste con las terapias cognitivo-conductuales tradicionales, que se enfocan en modificar o atenuar los pensamientos problemáticos, ACT se concentra en modificar la relación que los individuos tienen con sus pensamientos, emociones y sensaciones físicas dolorosas. Esto resulta en enfocarse menos en el contenido de los pensamientos y centrarse más en cómo las personas interactúan o se “desenganchan” de estos.